Padres: Hans Andersen y Anne Marie Andersdatter
Cuentos: El patito feo; La sirenita, El soldadito de plomo, El traje nuevo del emperador, La princesa y el guisante...
Género: Literatura infantil
Movimiento: Romanticismo
«Disfruta la vida. Hay mucho tiempo para estar muerto».
Hans Christian Andersen
Tenía pánico a los perros. No comía carne de cerdo porque temía contraer triquinosis. Cuando viajaba siempre llevaba una cuerda larga en la maleta por si tenía que escapar de un incendio. Pero lo que más temía es que le declarasen muerto accidentalmente y le enterraran vivo, así que antes de acostarse cada noche, escribía una nota que decía: Parece que estoy muerto.
¿Cuál fue el primer cuento de hadas que escribió Hans Christian Andersen?: La vela de sebo, que pudo haberlo escrito con 18 años. El primer cuento que escribió permaneció inédito durante casi dos siglos. Andersen concibió la historia de una vela que no hallaba su lugar en el mundo hasta que una caja de cerillas acudió a su rescate, iluminándola y dotándole de todo su sentido.
¿Qué fue lo que inspiró a Hans Christian Andersen para escribir "El patito feo"?: Se dice que el rechazo por sus compañeros de clase, fue lo que lo inspiró a escribir El patito feo.
¿Cuál fue el cuento más famoso de Hans Christian Andersen?: La Sirenita, publicado por primera vez en 1837.
Escritor danés conocido principalmente por sus cuentos, que se convertirtieron en clásicos de la literatura infantil en todo el mundo. Autor de obras tan populares como La sirenita, El patito feo o La pequeña cerillera, entre otros. Cuentos que se hicieron famosos por su prosa sencilla y sus moralejas edificantes.
El traje nuevo del emperador
La pequeña cerillera
La sirenita
El patito feo
Las Zapatillas Rojas
El soldadito de plomo
¡Qué frío tan atroz! Caía la nieve, y la noche se venía encima. Era el día de Nochebuena. En medio del frío y de la oscuridad, una pobre niña pasó por la calle con la cabeza y los pies desnuditos.
Tenía, en verdad, zapatos cuando salió de su casa; pero no le habían servido mucho tiempo. Eran unas zapatillas enormes que su madre ya había usado: tan grandes, que la niña las perdió al apresurarse a atravesar la calle para que no la pisasen los carruajes que iban en direcciones opuestas.
La niña caminaba, pues, con los piececitos desnudos, que estaban rojos y azules del frío; llevaba en el delantal, que era muy viejo, algunas docenas de cajas de fósforos y tenía en la mano una de ellas como muestra. Era muy mal día: ningún comprador se había presentado, y, por consiguiente, la niña no había ganado ni un céntimo. Tenía mucha hambre, mucho frío y muy mísero aspecto. ¡Pobre niña! Los copos de nieve se posaban en sus largos cabellos rubios, que le caían en preciosos bucles sobre el cuello; pero no pensaba en sus cabellos. Veía bullir las luces a través de las ventanas; el olor de los asados se percibía por todas partes. Era el día de Nochebuena, y en esta festividad pensaba la infeliz niña.
Se sentó en una plazoleta, y se acurrucó en un rincón entre dos casas. El frío se apoderaba de ella y entumecía sus miembros; pero no se atrevía a presentarse en su casa; volvía con todos los fósforos y sin una sola moneda. Su madrastra la maltrataría, y, además, en su casa hacía también mucho frío. Vivían bajo el tejado y el viento soplaba allí con furia, aunque las mayores aberturas habían sido tapadas con paja y trapos viejos. Sus manecitas estaban casi yertas de frío. ¡Ah! ¡Cuánto placer le causaría calentarse con una cerillita! ¡Si se atreviera a sacar una sola de la caja, a frotarla en la pared y a calentarse los dedos! Sacó una. ¡Rich! ¡Cómo alumbraba y cómo ardía! Despedía una llama clara y caliente como la de una velita cuando la rodeó con su mano. ¡Qué luz tan hermosa! Creía la niña que estaba sentada en una gran chimenea de hierro, adornada con bolas y cubierta con una capa de latón reluciente. ¡Ardía el fuego allí de un modo tan hermoso! ¡Calentaba tan bien!
Pero todo acaba en el mundo. La niña extendió sus piececillos para calentarlos también; más la llama se apagó: ya no le quedaba a la niña en la mano más que un pedacito de cerilla. Frotó otra, que ardió y brilló como la primera; y allí donde la luz cayó sobre la pared, se hizo tan transparente como una gasa. La niña creyó ver una habitación en que la mesa estaba cubierta por un blanco mantel resplandeciente con finas porcelanas, y sobre el cual un pavo asado y relleno de trufas exhalaba un perfume delicioso. ¡Oh sorpresa! ¡Oh felicidad! De pronto tuvo la ilusión de que el ave saltaba de su plato sobre el pavimento con el tenedor y el cuchillo clavados en la pechuga, y rodaba hasta llegar a sus piececitos. Pero la segunda cerilla se apagó, y no vio ante sí más que la pared impenetrable y fría.
Artículo: Biografía de Hans Christian Andersen Autor: Víctor Moreno, María E. Ramírez, Cristian de la Oliva, Estrella Moreno y otros Website: Buscabiografias.com URL: https://www.buscabiografias.com/biografia/verDetalle/793/Hans%20Christian%20Andersen Publicación: 2000/05/20 -dateModified- Última actualización: 2023/05/26
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