Barack Obama (Su vida, historia, bio resumida)
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Barack Obama

(1961/08/04 - Unknown)


Barack Obama

Político estadounidense

Su elección como presidente marcó un hito significativo, ya que se convirtió en el primer afroamericano en ocupar el cargo más alto del país.

44º Presidente de los Estados Unidos: 20 de enero de 2009-20 de enero de 2017

Padres: Ann Dunham y Barack Obama

Cónyuge: Michelle Obama (m. 1992)

Hijos: Malia Ann Obama, Natasha Obama

Nombre: Barack Hussein Obama Jr.

Altura: 1,85 m


Barack Obama nació el 4 de agosto de 1961 en Honolulú, Hawái.

Padres

Hijo único del matrimonio interracial de Ann Dunham, nacida en Wichita, Kansas, y PhD en Antropología por la Universidad de Hawái y de Barack Hussein Obama, africano, nacido en Nyang'oma Kogelo, en el Distrito de Siaya, Kenia, y PhD en Economía por la Universidad de Harvard.

Cuando Obama tenía dos años, sus padres se divorciaron. Su progenitor obtuvo una beca para cursar estudios en la Universidad de Harvard y no regresó a Hawai.


Su madre volvió a casarse con Lolo Soetoro, un hombre originario de Indonesia y pasó cuatro años en Yakarta, donde aprendió a hablar indonesio.

Estudios

Después volvieron a Hawai y terminó sus estudios escolares. También fue criado por su abuela, una secretaria, y por su abuelo, que sirvió a las órdenes de Patton. Su padre regresó a Kenia, en 1971 tuvieron la oportunidad de reunirse por última vez, antes de que su progenitor falleciese en un accidente automovilístico en 1982.

Siendo adolescente trabajó en la tienda de helados Baskin-Robbins.

Inició sus estudios superiores en la Universidad de Columbia (Nueva York) y se graduó en la Escuela de Leyes de la Universidad de Harvard (Massachussets) con la ayuda del dinero de las becas y préstamos estudiantiles.


Profesor

Fue profesor de derecho constitucional en la facultad de leyes de la Universidad de Chicago desde 1992 al 2004. Ejerció como abogado de derechos civiles en Chicago y realizó trabajos comunitarios en zonas empobrecidas de Illinois.

Político

Empezó su carrera política como senador en el estado, fue elegido para el Senado del Estado de Illinois en 1996, puesto que ocupó durante ocho años.

En el 2004 se postuló para el Senado de Estados Unidos y llegó a convertirse en el quinto legislador afroamericano en el Senado, el tercero desde la era de reconstrucción, y el primer demócrata.

Ganó relevancia en el panorama político estadounidense durante la convención nacional del Partido Demócrata en Boston, en el 2004 donde pronunció un reconocido discurso en el que instó a cerrar las heridas raciales abiertas en el país, y que le supuso su lanzamiento al estrellato político.

Tras anunciar su intención de competir por la candidatura del partido demócrata en febrero de 2007 fue descalificado por sus competidores que le reprocharon que, con solo un periodo como senador en Washington, se enfrentara a políticos con décadas en puestos cercanos al poder gubernamental. Pocos creían que este político, prácticamente desconocido, llegaría siquiera a acercarse a la popularidad que gozaba Hillary Clinton, la favorita para la candidatura demócrata durante largo tiempo.


El martes 3 de junio de 2008, superó a Hillary en las votaciones primarias demócratas para las elecciones presidenciales de 2008.

Presidente de Estados Unidos

El 4 de noviembre de 2008 venció al candidato presidencial republicano John McCain con una estimación de 66,7 millones de votos, logrados gracias a haberse identificado con fuerza como la esperanza del cambio. El presidente electo dijo a sus seguidores que el "cambio ha llegado a Estados Unidos" y felicitó a su oponente republicano, McCain, por la larga y dura campaña para llegar a la Casa Blanca.

El martes 20 de enero de 2009, a las doce en punto del mediodía, tal como manda la tradición, Barack Obama puso su mano derecha sobre la Biblia, la misma que se utilizó en la investidura de Lincoln en 1861, y juró el cargo de presidente de Estados Unidos, en medio de la peor crisis económica desde la Gran Depresión, convirtiéndose en el 44º de la historia del país, el primero afroamericano.

Premio Nobel de la Paz

El 9 de octubre de ese año le fue concedido el Premio Nobel de la Paz por sus esfuerzos diplomáticos en pro del desarme nuclear, la consecución de un proceso de paz en Oriente Medio y el fomento de la lucha contra el cambio climático.

Gobierno

Durante su mandato impulsó políticas económicas como la Ley de Reinversión y Recuperación de 2009 o la Ley de Creación de Empleo y Reautorización del Seguro de Desempleo de 2010. Se promulgaron leyes como las Leyes de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible o la Ley Dodd-Frank de reforma financiera y de protección de los consumidores, o la Ley de Control del Presupuesto de 2011.

En política internacional, finalizó la guerra de Irak, incrementó la presencia de tropas norteamericanas en Afganistán, firmó el nuevo tratado START III de control de armas con Rusia, ordenó la intervención militar estadounidense en el conflicto libio. El 1 de mayo de 2011 se supo que un grupo de las fuerzas especiales del ejército estadounidense había matado al terrorista Osama bin Laden en Pakistán.

El 4 de abril de 2011 anunció el inicio de su campaña de reelección presidencial para el 2012.

Reelección

Barack Obama logró ser reelegido presidente de los Estados Unidos en los comicios del 6 de noviembre de 2012, al imponerse al candidato republicano, Mitt Romney. Ocupó el cargo hasta el 20 de enero de 2017, siendo sustituido por el republicano Donald Trump.

Obras

Sus libros autobiográficos The Audacity of Hope (La audacia de la esperanza, 1995) y Dreams from my father (Sueños de mi padre, 2006) se convirtieron en superventas. Además, es autor del libro infantil Of Thee I Sing (2010) y la autobiografía A Promised Land (2020).

Matrimonio e hijos

Contrajo matrimonio el 3 de octubre de 1992 con Michelle Robinson Obama, también abogada, y que lo supervisó mientras trabajaba como asociado en un bufete de abogados de Chicago. La pareja tuvo dos hijas: Malia Ann, nacida el 4 de julio 1998, y Natasha (Sasha), nacida el 10 de junio de 2001.

Obama es cristiano y ex miembro de la Trinity United Church, en Chicago.

«Si caminas por el camino correcto y estás dispuesto a seguir caminando, eventualmente avanzarás».

Barack Obama
Voz de Barack Obama

Pronunciación

Sabías que...

Su bebida favorita es el té helado de bayas de bosque negro. Nunca toma café y rara vez bebe alcohol.

Cargos

44º Presidente de los Estados Unidos
20 de enero de 2009-20 de enero de 2017

Vicepresidente
Joe Biden
Predecesor
George W. Bush
Sucesor
Donald Trump

Senador Junior por Illinois
4 de enero de 2005 - 16 de noviembre de 2008

Miembro del Senado de Illinois por el 13.er distrito
8 de enero de 1997 - 4 de noviembre de 2004

DISCURSO INAUGURAL DEL PRESIDENTE OBAMA

"Debemos cambiar con el mundo"

Queridos conciudadanos:

Me presento aquí hoy humildemente consciente de la tarea que nos aguarda, agradecido por la confianza que habéis depositado en mí, conocedor de los sacrificios que hicieron nuestros antepasados. Doy gracias al presidente Bush por su servicio a nuestra nación y por la generosidad y la cooperación que ha demostrado en esta transición. Son ya 44 los estadounidenses que han prestado juramento como presidentes. Lo han hecho durante mareas de prosperidad y en aguas pacíficas y tranquilas. Sin embargo, en ocasiones, este juramento se ha prestado en medio de nubes y tormentas. En esos momentos, Estados Unidos ha seguido adelante, no sólo gracias a la pericia o la visión de quienes ocupaban el cargo, sino porque Nosotros, el Pueblo, hemos permanecido fieles a los ideales de nuestros antepasados y a nuestros documentos fundacionales. Así ha sido. Y así debe ser con esta generación de estadounidenses. Es bien sabido que estamos en medio de una crisis. Nuestro país está en guerra contra una red de violencia y odio de gran alcance. Nuestra economía se ha debilitado enormemente, como consecuencia de la codicia y la irresponsabilidad de algunos, pero también por nuestra incapacidad colectiva de tomar decisiones difíciles y preparar a la nación para una nueva era. Se han perdido casas; se han eliminado empleos; se han cerrado empresas. Nuestra Sanidad es muy cara; nuestras escuelas tienen demasiados fallos; y cada día trae nuevas pruebas de que nuestros usos de la energía fortalecen a nuestros adversarios y ponen en peligro el planeta. Estos son indicadores de una crisis, sujetos a datos y estadísticas. Menos fácil de medir pero no menos profunda es la destrucción de la confianza en todo nuestro territorio, un temor persistente de que el declive de Estados Unidos es inevitable y la próxima generación tiene que rebajar sus miras. Hoy os digo que los problemas que nos aguardan son reales. Son graves y son numerosos. No será fácil resolverlos, ni podrá hacerse en poco tiempo. Pero debes tener clara una cosa, América: los resolveremos. Hoy estamos reunidos aquí porque hemos escogido la esperanza por encima del miedo, el propósito común por encima del conflicto y la discordia. Hoy venimos a proclamar el fin de las disputas mezquinas y las falsas promesas, las recriminaciones y los dogmas gastados que durante tanto tiempo han sofocado nuestra política. Seguimos siendo una nación joven, pero, como dicen las Escrituras, ha llegado la hora de dejar a un lado las cosas infantiles. Ha llegado la hora de reafirmar nuestro espíritu de resistencia; de escoger lo mejor que tiene nuestra historia; de llevar adelante ese precioso don, esa noble idea, transmitida de generación en generación: la promesa hecha por Dios de que todos somos iguales, todos somos libres, y todos merecemos una oportunidad de buscar toda la felicidad que nos sea posible. Al reafirmar la grandeza de nuestra nación, sabemos que esa grandeza no es nunca un regalo. Hay que ganársela. Nuestro viaje nunca ha estado hecho de atajos ni se ha conformado con lo más fácil. No ha sido nunca un camino para los pusilánimes, para los que prefieren el ocio al trabajo, o no buscan más que los placeres de la riqueza y la fama. Han sido siempre los audaces, los más activos, los constructores de cosas -algunos reconocidos, pero, en su mayoría, hombres y mujeres cuyos esfuerzos permanecen en la oscuridad- los que nos han impulsado en el largo y arduo sendero hacia la prosperidad y la libertad. Por nosotros empaquetaron sus escasas posesiones terrenales y cruzaron océanos en busca de una nueva vida. Por nosotros trabajaron en condiciones infrahumanas y colonizaron el Oeste; soportaron el látigo y labraron la dura tierra. Por nosotros combatieron y murieron en lugares como Concord y Gettysburg, Normandía y Khe Sahn. Una y otra vez, esos hombres y mujeres lucharon y se sacrificaron y trabajaron hasta tener las manos en carne viva, para que nosotros pudiéramos tener una vida mejor. Vieron que Estados Unidos era más grande que la suma de nuestras ambiciones individuales; más grande que todas las diferencias de origen, de riqueza, de partido. Ése es el viaje que hoy continuamos. Seguimos siendo el país más próspero y poderoso de la Tierra. Nuestros trabajadores no son menos productivos que cuando comenzó esta crisis. Nuestras mentes no son menos imaginativas, nuestros bienes y servicios no son menos necesarios que la semana pasada, el mes pasado ni el año pasado. Nuestra capacidad no ha disminuido. Pero el periodo del inmovilismo, de proteger estrechos intereses y aplazar decisiones desagradables ha terminado; a partir de hoy, debemos levantarnos, sacudirnos el polvo y empezar a trabajar para reconstruir Estados Unidos. Porque, miremos donde miremos, hay trabajo que hacer. El estado de la economía exige actuar con audacia y rapidez, y vamos a actuar; no sólo para crear nuevos puestos de trabajo, sino para sentar nuevas bases de crecimiento. Construiremos las carreteras y los puentes, las redes eléctricas y las líneas digitales que nutren nuestro comercio y nos unen a todos. Volveremos a situar la ciencia en el lugar que le corresponde y utilizaremos las maravillas de la tecnología para elevar la calidad de la atención sanitaria y rebajar sus costes. Aprovecharemos el sol, los vientos y la tierra para hacer funcionar nuestros coches y nuestras fábricas. Y transformaremos nuestras escuelas y nuestras universidades para que respondan a las necesidades de una nueva era. Podemos hacer todo eso. Y todo lo vamos a hacer. Ya sé que hay quienes ponen en duda la dimensión de mis ambiciones, quienes sugieren que nuestro sistema no puede soportar demasiados grandes planes. Tienen mala memoria. Porque se han olvidado de lo que ya ha hecho este país; de lo que los hombres y mujeres libres pueden lograr cuando la imaginación se une a un propósito común y la necesidad al valor. Lo que no entienden los escépticos es que el terreno que pisan ha cambiado, que las manidas discusiones políticas que nos han consumido durante tanto tiempo ya no sirven. La pregunta que nos hacemos hoy no es si nuestro gobierno interviene demasiado o demasiado poco, sino si sirve de algo: si ayuda a las familias a encontrar trabajo con un sueldo decente, una sanidad que puedan pagar, una jubilación digna. En los programas en los que la respuesta sea sí, seguiremos adelante. En los que la respuesta sea no, los programas se cancelarán. Y los que manejemos el dinero público tendremos que responder de ello -gastar con prudencia, cambiar malos hábitos y hacer nuestro trabajo a la luz del día-, porque sólo entonces podremos restablecer la crucial confianza entre el pueblo y su gobierno. Tampoco nos planteamos si el mercado es una fuerza positiva o negativa. Su capacidad de generar riqueza y extender la libertad no tiene igual, pero esta crisis nos ha recordado que, sin un ojo atento, el mercado puede descontrolarse, y que un país no puede prosperar durante mucho tiempo cuando sólo favorece a los que ya son prósperos. El éxito de nuestra economía ha dependido siempre, no sólo del tamaño de nuestro producto interior bruto, sino del alcance de nuestra prosperidad; de nuestra capacidad de ofrecer oportunidades a todas las personas, no por caridad, sino porque es la vía más firme hacia nuestro bien común. En cuanto a nuestra defensa común, rechazamos como falso que haya que elegir entre nuestra seguridad y nuestros ideales. Nuestros Padres Fundadores, enfrentados a peligros que apenas podemos imaginar, elaboraron una carta que garantizase el imperio de la ley y los derechos humanos, una carta que se ha perfeccionado con la sangre de generaciones. Esos ideales siguen iluminando el mundo, y no vamos a renunciar a ellos por conveniencia. Por eso, a todos los demás pueblos y gobiernos que hoy nos contemplan, desde las mayores capitales hasta la pequeña aldea en la que nació mi padre, os digo: sabed que Estados Unidos es amigo de todas las naciones y todos los hombres, mujeres y niños que buscan paz y dignidad, y que estamos dispuestos a asumir de nuevo el liderazgo. Recordemos que generaciones anteriores se enfrentaron al fascismo y el comunismo no sólo con misiles y carros de combate, sino con alianzas sólidas y convicciones duraderas. Comprendieron que nuestro poder no puede protegernos por sí solo, ni nos da derecho a hacer lo que queramos. Al contrario, sabían que nuestro poder crece mediante su uso prudente; nuestra seguridad nace de la justicia de nuestra causa, la fuerza de nuestro ejemplo y la moderación que deriva de la humildad y la contención. Somos los guardianes de este legado. Guiados otra vez por estos principios, podemos hacer frente a esas nuevas amenazas que exigen un esfuerzo aún mayor, más cooperación y más comprensión entre naciones. Empezaremos a dejar Irak, de manera responsable, en manos de su pueblo, y a forjar una merecida paz en Afganistán. Trabajaremos sin descanso con viejos amigos y antiguos enemigos para disminuir la amenaza nuclear y hacer retroceder el espectro del calentamiento del planeta. No pediremos perdón por nuestra forma de vida ni flaquearemos en su defensa, y a quienes pretendan conseguir sus objetivos provocando el terror y asesinando a inocentes les decimos que nuestro espíritu es más fuerte y no podéis romperlo; no duraréis más que nosotros, y os derrotaremos. Porque sabemos que nuestra herencia multicolor es una ventaja, no una debilidad. Somos una nación de cristianos y musulmanes, judíos e hindúes, y no creyentes. Somos lo que somos por la influencia de todas las lenguas y todas las culturas de todos los rincones de la Tierra; y porque probamos el amargo sabor de la guerra civil y la segregación, y salimos de aquel oscuro capítulo más fuertes y más unidos, no tenemos más remedio que creer que los viejos odios desaparecerán algún día; que las líneas tribales pronto se disolverán; y que Estados Unidos debe desempeñar su papel y ayudar a iniciar una nueva era de paz. Al mundo musulmán: buscamos un nuevo camino hacia adelante, basado en intereses mutuos y mutuo respeto. A esos líderes de todo el mundo que pretenden sembrar el conflicto o culpar de los males de su sociedad a Occidente: sabed que vuestro pueblo os juzgará por lo que seáis capaces de construir, no por lo que destruyáis. A quienes se aferran al poder mediante la corrupción y el engaño y acallando a los que disienten, tened claro que la historia no está de vuestra parte; pero estamos dispuestos a tender la mano si vosotros abrís el puño. A los habitantes de los países pobres: nos comprometemos a trabajar a vuestro lado para conseguir que vuestras granjas florezcan y que fluyan aguas potables; para dar de comer a los cuerpos desnutridos y saciar las mentes sedientas. Y a esas naciones que, como la nuestra, disfrutan de una relativa riqueza, les decimos que no podemos seguir mostrando indiferencia ante el sufrimiento que existe más allá de nuestras fronteras, ni podemos consumir los recursos mundiales sin tener en cuenta las consecuencias. Porque el mundo ha cambiado, y nosotros debemos cambiar con él. Mientras reflexionamos sobre el camino que nos espera, recordamos con humilde gratitud a esos valerosos estadounidenses que en este mismo instante patrullan desiertos lejanos y montañas remotas. Tienen cosas que decirnos, del mismo modo que los héroes caídos que yacen en Arlington nos susurran a través del tiempo. Les rendimos homenaje no sólo porque son guardianes de nuestra libertad, sino porque encarnan el espíritu de servicio, la voluntad de encontrar sentido en algo más grande que ellos mismos. Y sin embargo, en este momento -un momento que definirá a una generación-, ese espíritu es precisamente el que debe llenarnos a todos. Porque, con todo lo que el gobierno puede y debe hacer, a la hora de la verdad, la fe y el empeño del pueblo norteamericano son el fundamento supremo sobre el que se apoya esta nación. La bondad de dar cobijo a un extraño cuando se rompen los diques, la generosidad de los trabajadores que prefieren reducir sus horas antes que ver cómo pierde su empleo un amigo: eso es lo que nos ayuda a sobrellevar los tiempos más difíciles. Es el valor del bombero que sube corriendo por una escalera llena de humo, pero también la voluntad de un padre de cuidar de su hijo; eso es lo que, al final, decide nuestro destino. Nuestros retos pueden ser nuevos. Los instrumentos con los que los afrontamos pueden ser nuevos. Pero los valores de los que depende nuestro éxito -el esfuerzo y la honradez, el valor y el juego limpio, la tolerancia y la curiosidad, la lealtad y el patriotismo- son algo viejo. Son cosas reales. Han sido el callado motor de nuestro progreso a lo largo de la historia. Por eso, lo que se necesita es volver a estas verdades. Lo que se nos exige ahora es una nueva era de responsabilidad, un reconocimiento, por parte de cada estadounidense, de que tenemos obligaciones con nosotros mismos, nuestro país y el mundo; unas obligaciones que no aceptamos a regañadientes sino que asumimos de buen grado, con la firme convicción de que no existe nada tan satisfactorio para el espíritu, que defina tan bien nuestro carácter, como la entrega total a una tarea difícil. Éste es el precio y la promesa de la ciudadanía. Ésta es la fuente de nuestra confianza; la seguridad de que Dios nos pide que dejemos huella en un destino incierto. Éste es el significado de nuestra libertad y nuestro credo, por lo que hombres, mujeres y niños de todas las razas y todas las creencias pueden unirse en celebración en este grandioso Mall y por lo que un hombre a cuyo padre, no hace ni 60 años, quizá no le habrían atendido en un restaurante local, puede estar ahora aquí, ante vosotros, y prestar el juramento más sagrado. Marquemos, pues, este día con el recuerdo de quiénes somos y cuánto camino hemos recorrido. En el año del nacimiento de Estados Unidos, en el mes más frío, un pequeño grupo de patriotas se encontraba apiñado en torno a unas cuantas hogueras mortecinas a orillas de un río helado. La capital estaba abandonada. El enemigo avanzaba. La nieve estaba manchada de sangre. En un momento en el que el resultado de nuestra revolución era completamente incierto, el padre de nuestra nación ordenó que leyeran estas palabras: "Que se cuente al mundo futuro... que en el más profundo invierno, cuando no podía sobrevivir nada más que la esperanza y la virtud... la ciudad y el campo, alarmados ante el peligro común, se apresuraron a hacerle frente". América. Ante nuestros peligros comunes, en este invierno de nuestras dificultades, recordemos estas palabras eternas. Con esperanza y virtud, afrontemos una vez más las corrientes heladas y soportemos las tormentas que puedan venir. Que los hijos de nuestros hijos puedan decir que, cuando se nos puso a prueba, nos negamos a permitir que se interrumpiera este viaje, no nos dimos la vuelta ni flaqueamos; y que, con la mirada puesta en el horizonte y la gracia de Dios con nosotros, seguimos llevando hacia adelante el gran don de la libertad y lo entregamos a salvo a las generaciones futuras.

Gracias, que Dios os bendiga, que Dios bendiga a América.

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia

*buscabiografias.com
 Artículo: Biografía de Barack Obama 
 Autor: Víctor Moreno, María E. Ramírez, Cristian de la Oliva, Estrella Moreno y otros
 Website: Buscabiografias.com
 URL: https://www.buscabiografias.com/biografia/verDetalle/9659/Barack%20Obama 
 Publicación: 2017/08/15 
 Última actualización: 2023/10/10 

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