A partir del Renacimiento, en Europa, contra lo que cabría esperar, los hábitos higiénicos de los europeos se hicieron más deplorables y escasos de lo que ya eran. Los baños pasaron a ser considerados como un peligroso hábito que sólo se debía practicar bajo rigurosa prescripción facultativa. Por ejemplo, a la reina Isabel de Valois, esposa de Felipe II de España, en una ocasión en que deseaba tomar un baño para recibir a su marido que volvía de un viaje, le fue taxativamente prohib ...
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